De amigos a novios: poniendo a prueba los límites de la Friendzone

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De amigos a novios: poniendo a prueba los límites de la Friendzone

¿Es posible pasar de una bonita amistad a una relación sentimental?

Existe una ley no escrita que parece establecer un principio inquebrantable de las relaciones humanas: los amantes pueden ser amigos, pero los amigos no pueden ser amantes. Esta regla ha llegado a enquistarse tanto en nuestro imaginario colectivo que hasta puede ser etiquetada con una palabra que viene del inglés: la friendzone, es decir, el marco de relaciones en el que dos personas se conocen tanto sin haber estado románticamente involucradas que ya no tendrán la oportunidad de salir como pareja, tener sexo o dejar que la relación siga desarrollándose hacia ámbitos más íntimos.

Exporando un nuevo concepto: la ‘friendzone’

Y es que, de hecho, en otro artículo nos formulábamos una pregunta similar (o tal vez opuesta) a la de hoy: ¿puede existir la amistad entre un hombre y una mujer? Esto es, ¿somos capaces los humanos de poder tener relaciones de amistad sincera con personas del sexo opuesto a las que potencialmente podríamos sentirnos atraídos?

Pero, en lo que refiere al tema de hoy… ¿hasta qué punto existe y funciona esta regla de la friendzone? ¿De verdad somos propensos a una irremediable falta de interés romántico o sexual para con la otra persona cuando ya ha pasado un tiempo sin que haya surgido nada?

De ser cierto esto, ninguna relación entre amantes podría funcionar si hubiera pasado un tiempo entre el momento en el que estas dos personas se conocieron y el punto en el que empezaron a quedar para algo más, pero además, eso significaría que si una de las dos partes quisiera ahondar en su relación con la otra tendría grandes probabilidades de enfrentarse al rechazo.

¿Queda margen para la esperanza?

Parece ser que . Una investigación cuyos resultados han sido publicados en la revista Psychological Science parece apuntar hacia la fragilidad de los límites de la friendzone. El equipo que realizó este estudio analizó los casos de 167 parejas de amantes (cuyos miembros podían estar o no casados). Concretamente, midieron el tiempo que estas parejas habían estado saliendo, el periodo de tiempo transcurrido desde que se conocieron hasta que empezaron a salir, y el grado de atractivo de cada miembro de la pareja. Esto último lo pudieron medir utilizando como jurado a un grupo de estudiantes encargado de puntuar a cada persona del 1 al 7.

Curiosamente, los investigadores detectaron una correlación entre la disparidad del atractivo de cada miembro de la pareja y el periodo de tiempo transcurrido entre que se conocieron y empezaron a salir. En concreto, las parejas cuyos miembros eran más similares en términos de atractivo tardaban menos en empezar a salir, mientras que en los casos en los que uno de los dos era bastante más atractivo que el otro ocurría lo contrario: tardaban más en iniciar una relación más íntima.

El límite parecía encontrarse alrededor de los nueve meses transcurridos entre el momento de inicio de las primeras conversaciones y el que corresponde al comienzo de una relación como amantes. De media, las parejas que habían empezado a salir juntas antes de esos nueve meses tenían un grado de atractivo similar, y lo contrario ocurría con el resto de casos.

Este descubrimiento, si bien no niega la posibilidad de que pueda existir una cierta tendencia hacia el mantenimiento de la frienzone en gran parte de las relaciones amistosas, sí muestra sus claroscuros. En muchos casos, la friendzone podría no ser más que una expresión de la falta de atracción en una etapa inicial ocasionada por una diferencia percibida en el atractivo de la otra persona. Sin embargo, ahondar en esta amistad podría llegar a compensar este rechazo inicial y dar pie a una relación más íntima una vez superados ciertos escollos.

La friendzone y sus sombras

La conclusión de este estudio parece ser una afirmación y a la vez una negación de la friendzone. La afirma porque muestra una interacción entre la cantidad de tiempo que pasa sin existir nada más que una amistad y una variable relacionada con la búsqueda de pareja y la selección de posibles compañías sexuales, pero la niega al mostrar que este muro temporal puede romperse.

A pesar de esto, queda mucho por investigar acerca de estas relaciones exitosamente consolidadas que parecen haber superado la fase de friendzone. No se sabe, por ejemplo, qué papel juegan los prejuicios en los primeros meses de amistad, y si estos son un freno potente de cara a la creación de una relación como amantes. Tampoco queda claro si este periodo de nueve meses debe entenderse como una etapa en la que una persona pretende a la otra y se produce un rechazo claro, o si al principio no hay intenciones de avanzar más en la relación por ninguna de las dos partes debido, quizás, a la falta de expectativas por la diferencia percibida en el atractivo de cada miembro de la relación). Además, es dudoso que cada una de las partes tenga un criterio similar al del jurado estudiantil utilizado en esta investigación a la hora de juzgar el propio atractivo y el de la otra persona.

Tampoco sabemos muy bien si esta correlación se debe a tendencias inconscientes o si forman parte de una estrategia consciente. Quizás, una de las dos personas se toma un tiempo antes de intentar dar el paso en su relación con la otra para intentar reducir las posibliidades de rechazo.

Los límites entre la amistad y el amor son muy difusos

De todas formas, el límite entre la amistad y la relación amorosa parece ser difuso, por mucho que el atractivo pueda jugar un papel en este. Es posible que lo que se conoce popularmente como friendzone no sea más que otro componente de esas normas de raíz puramente cultural con la que intentamos poner cierto orden en nuestro estilo de relacionarnos y, de hecho así lo parecen indicar también algunas encuestas.

De momento, convendría ser cautos y no tomar este estudio como una prueba irrefutable de la lógica por la que se rige la transición de la amistad al sexo o a la relación romántica. A fin de cuentas, eso supondría dar por válido un principio, el de la friendzone, que aún no ha sido validado.

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