El autoconcepto académico: qué es y cómo se desarrolla

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El autoconcepto académico: qué es y cómo se desarrolla

Algunos de los factores que influyen en la autoestima se han estudiado en los ambientes de las clases de las escuelas, especialmente en lo referido a las percepciones de los niños respecto a su autoconcepto escolar o autoconcepto académico (Byrne, 1996). En este artículo nos encargaremos de detallar qué es el autoconcepto académico, las diferencias existentes entre edades y sexos, la influencia de los padres y algunos de los efectos que mejor explican dicho concepto.

Contenido

¿Qué es el autoconcepto académico?

Todos saben cómo el autoconcepto académico afecta el rendimiento académico de los estudiantes. La formación del autoconcepto se basa en factores sociales, familiares e individuales (Gracia, Román y Musitu, 1988). Se basaría en las respuestas, en las interpretaciones subjetivas de las respuestas que uno recibe de otras personas.

El autoconcepto académico del niño proviene principalmente de los resultados obtenidos en la escuela(Vasta, 2009). Los que van bien en la escuela tienen más probabilidades de desarrollar una buena opinión sobre su competencia, mientras que los que van mal desarrollarán una mala opinión, siendo el resultado del niño principalmente influido de sus capacidades académicas y de su esfuerzo y motivación.

Los niños y niñas tienen autopercepciones principalmente debido al feedback de sus padres, ya que son las personas más importantes para ellos (Gracia, Román y Musitu, 1988). Se sabe desde hace mucho tiempo que el desarrollo de un claro y positivo autoconcepto en los niños/as depende enormemente de las características del entorno familiar que los padres han creado.

Diferencias en edad y sexo

Antes de introducirse en el mundo académico, es decir, en la escuela, los niños no tienen ninguna base para tener autoconcepto académico, aunque algunos investigadores han estudiado las reacciones de preescolares y bebés respecto a la realización de otro tipo de tareas y han encontrado que si que existe cierta progresión evolutiva (Stipek, Recchia y McClintic, 1992). Por ejemplo, los bebés tienen poca comprensión del significado de fracaso y éxito y, en consecuencia, no se ve en su conducta muestras de autoevaluación, pero antes de llegar a los dos años si que anticipan cómo reaccionarán los adultos ante sus logros.

Por otra parte, hacia los 3 años de edad la mayoría de los niños prefieren dedicarse a actividades en las que resultan ganadores que en las que pierdan, lo que muestra ciertos indicios de autoconcepto académico (Vasta, 2009). Además, este tipo de autoconcepto es más alto en la guardería, y declina gasta los 7 años, siendo una de las posibles causas de dicha disminución el hecho de que no se considera socialmente adecuado que los niños mayores presuman y, por ello, cada vez evitan más dar descripciones brillantes de sus habilidades.

Durante estos períodos, los varones se consideran más competentes en los deportes y las matemáticas, mientras que las chicas son más positivas en lo referido a sus habilidades de lectura y la música (Vasta, 2009). Las chicas, por el contrario, suelen basar en gran medida su autoconcepto académico en el comportamiento en clase y menos en los logros escolares, mientras que los varones es todo lo contrario. Estas diferencias basadas en el sexo pueden estar relacionadas con las formas en que lo profesores reaccionan ante los chicos y las chicas.

Las actuaciones de los padres en el autoconcepto académico

El autoconcepto escolar de los niños es tremendamente influido por las expectativas, actitudes y conductas de los padres (Vasta, 2009). Diversos estudios han mostrado que las percepciones de los padres respecto a las habilidades escolares de sus hijos son uno de los mejores predictores del autoconcepto escolar. Además, otra de las diferencias basadas en el sexo es que los padres tienen generalmente mejor opinión y esperan mejores resultados en sus hijos que en sus hijas.

En cuanto a las interacciones de los padres, se ha demostrado que los que utilizan un estilo democrático de disciplina y crianza tienen a usar más tácticas de apoyo cuando trabajan con sus hijos y, esos niños, tienden a ser mucho más competentes cognoscitivamente hablando que aquellos autoritarios. (Baumrind, 1989).

Otro de los resultados de investigaciones más relevantes fue que, los padres de los chicos con autoconcepto escolar altoeran más afectivos y propensos a apoyarlos en sus interacciones que los padres de los chicos con menor autoconcepto académico (Vasta, 2009). Este resultado es completamente coherente con otras investigaciones en las que estudiantes de universidad recordaban que el constante apoyo de sus padres fue fundamental en su éxito en la escuela.

Efectos del autoconcepto académico

El autoconcepto académico de los niños tiene una enorme influencia en el rendimiento y resultados escolares que tienen (Vasta, 2009). Muchos estudios concluyen que los niños que se consideran escolarmente capacitados están más motivados para tener éxito, son más persistentes en su trabajo y muestran más voluntad en buscar tareas o problemas estimulantes. Un autoconcepto académico alto, incluso cuando es una sobreestimación, también se correlaciona positivamente con un alto nivel de autoestima.

Además, los niños con opiniones desfavorables respecto a sus capacidades académicas están menos motivados para trabajar, incluso, entre los niños que tenían capacidades altas, los niños que sostenían incorrectamente una opinión desfavorable o pobre con respecto a su autoconcepto académico, realizaban las tareas con menor interés y optimista que sus compañeros (Phillips, 1984). En consecuencia, para algunos niños el éxito académico puede depender tanto del autoconcepto académico como de su propia capacidad escolar.

El valor del éxito escolar para el niño debe parecer obvio, pero sus efectos pueden llegar más allá de la clase (Vasta, 2009). Por ejemplo, los estudios indican que cuando el niño tiene experiencias escolares y sociales fracasadas en la escuela, sus relaciones con sus padres resultan dañadas; el niño se vuelve más exigente e irracional al tiempo que los padres se convierten en más desaprobadores y sancionadores. Estas experiencias hogareñas, a su vez, pueden erosionar aún más la actitud del niño hacia la escuela, produciéndose un círculo vicioso.

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