Es absurdo coleccionar experiencias
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Es absurdo coleccionar experiencias
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¿Tiene sentido coleccionar experiencias? En el mundo actual predominan las vivencias excitantes que se muestran en las redes sociales y que animan a otros a tomar rumbos increíbles. También se vende la idea de la fugacidad de la vida y lo importante que es salir de las rutinas, emprender viajes a lugares remotos o vivir experiencias pico, aunque el bienestar no siempre se esconda tras estas opciones.
Desde hace un tiempo, muchas personas comenzaron a crear listas de deseos con todas las experiencias que querían cumplir antes de morir, tales como visitar ciertos lugares, ir a un determinado concierto, hacer paracaidismo, acampar, ver fenómenos naturales que solo se observan en determinados países, entre otros.
No obstante, cabe preguntarse si realmente se pueden coleccionar experiencias, como si estas fuesen objetos, obras de arte o monedas, pues, dos experiencias iguales pueden diferir bastante. Por ejemplo, visitar un lugar no siempre se va a sentir igual, porque esto depende de la experiencia en la cual el visitante esté implicado en ese momento.
Es decir, no depende del clima o de otro factor particular, sino de aquella vivencia con la cual la persona esté inmersa en sentimientos y mente en ese instante, bien sea que para ese entonces esté resolviendo un problema o viviendo la emoción de haber encontrado un nuevo amor.
La experiencia que se vive está sumergida en el contexto en el cual se desenvuelve la persona. Tal como indica Gabriel Amengual en su estudio sobre el concepto de la experiencia: de Kant a Hegel, desde el marco del empirismo y el escepticismo, la experiencia se interpreta como un punto de partida del proceso cognoscitivo. En cambio, para Immanuel Kant, la experiencia es el resultado, el producto de la actividad cognoscitiva, en la que interviene el conjunto de condiciones interpuestas por la subjetividad humana.
El contexto influye en la manera en la cual se vivirá la experiencia, cómo se reaccionará ante ella, cómo se grabará en la memoria y el significado que se le atribuirá.
Esto significa que no son las experiencias las que determinan cómo se siente una persona, sino que la forma en la cual se siente una persona, siguiendo el contexto en el cual vive, condicionará el modo en el cual vive la experiencia, así como su manera de estar en el mundo e interpretar la realidad. En este sentido, no se trata de una experiencia que impacta e impresiona a un sujeto pasivo, sino que más bien es un individuo activo que dota de significado la vivencia.
Ante este escenario, las listas de deseos, como herramientas que brindan “felicidad”, no siempre tienen sentido, ya que lo relevante es cómo el ser humano otorga un significado.
Dotar de significado a una experiencia parece llenar la vida de mayor riqueza que simplemente ir tachando actividades pautadas en una lista. Una experiencia podría tener poco valor si solo se ejecuta solo por coleccionarla, sin considerar lo que la persona, como un ser único, está viviendo en ese momento en su vida.
Es destacable el hecho de que algunas personas, además de considerar este detalle, también buscan que cada experiencia deje una impronta tras de sí, es decir, que no viven solo por vivir un momento, sino que buscan dejar una marca en el mundo con cada uno de los pasos que dan.
Hay personas que no buscan vivir una experiencia solo para guardarla en la memoria o sentir que “han cumplido”, sino procuran imprimir una huella en su paso por el mundo.
Así, muchos visitan un lugar no solo para su contemplación, sino para realizar alguna actividad científica o tomar detalles y plasmarlos en una novela, por ejemplo. Más que vivir una experiencia para marcarla en una lista y presumirlo en las redes sociales, algunas personas buscan conocer de forma profunda, como cuando visitan un lugar y quieren percibir el sitio en diferentes horas del día o estaciones, para convertirlo en parte de sí, integrarlo.
Y es que la vida es más rica cuando va más allá de solo coleccionar experiencias, tomando en cuenta que cada vivencia estará influida por lo que se ha estado sintiendo últimamente, la persona en la que se ha estado pensando o las emociones que se viven. Esto se debe a que las experiencias que se encuentran en la memoria, están compuestas de conceptos, pero también de percepciones, de todo aquello que se ha captado a través de los sentidos.
No hay conceptos imparciales o que no se vean afectados por las percepciones. Esto indica que las experiencias que se codifican en la memoria están impregnadas de factores propios del contexto, como lo que se ha pensado últimamente, así que, en lugar de buscar coleccionar experiencias como si fuesen cosas, es recomendable analizar qué se está sintiendo en este momento y cómo esos sentimientos y pensamientos podrían afectar la experiencia que se decida vivir.