
Hoovering: Cuando el narcisista regresa con disculpas vacías
Partagez:
Hoovering: Cuando el narcisista regresa con disculpas vacías
(Visited 4 times, 1 visits today)
Partagez:
El regreso por “accidente”. Andrea cortó todo contacto con su expareja, Daniel, hartándose de sus manipulaciones. Varios meses después, recibe un mensaje de Daniel alegando que “se equivocó de número” y que solo quería “saludar amablemente”. Aunque parece un acercamiento casual e inocente, Andrea siente que el tono es emocional, con frases como “Te extraño, pensé mucho en ti”. Se da cuenta de que no es un error genuino, sino un intento de reabrir el vínculo para volver a tomar control.
“Perdón por todo, he cambiado”. Pablo dejó a Carla tras varios episodios de desvalorización y humillaciones. Un tiempo después, Carla escribe un extenso correo electrónico diciendo que “ha reflexionado en terapia”, que “él es el amor de su vida” y que está “dispuesta a hacer cualquier cosa” para recuperarlo. En realidad, Carla no ha demostrado cambios reales: cada vez que Pablo expresa dudas, ella lo culpa con frases como “¿Ves? Nunca confías en mí” o “Qué injusto eres, no me dejas mostrarte mi nueva versión”. Se trata de un hoovering disfrazado de transformación personal.
La llamada con promesas de ayuda. Soledad terminó su relación con Jorge porque él controlaba su círculo de amistades y la hacía sentir insegura. Repentinamente, Jorge la llama con la excusa de ofrecer ayuda económica o laboral, diciendo que “solo quiere apoyarla” y que “ya entendió sus errores”. Soledad se percata de que la llamada insiste en generar dependencia: Jorge marca límites ambiguos al referirse a su ayuda como un “regalo especial”, lo cual podría enredarla de nuevo en la relación de poder y manipulación.
Reaparición “por la familia y los amigos”. Lucía rompió con José tras múltiples manipulaciones emocionales. Poco después, José vuelve diciendo que la familia de Lucía le ha pedido que la contacte para ver “cómo se encuentra”. Incluso menciona a amigos en común que “están preocupados” por ella. Lucía descubre que, en realidad, José está exagerando o inventando parte de la historia: nadie le ha pedido que se acerque a ella. Su verdadera motivación es retomar el control, haciéndola sentir culpable si no le permite “cumplir” con ese supuesto encargo de la familia y los amigos.
Recuerdos idealizados. Tras semanas sin saber de Lorena, Sergio recibe un mensaje de ella con fotos antiguas de ambos y comentarios como “Éramos tan felices, ¿recuerdas este día en la playa?” o “Aún no supero lo que tuvimos”. Al principio, Sergio se siente conmovido, pero pronto ve cómo el contacto deriva en reproches sutiles por no “luchar” por la relación. Lorena manipula la nostalgia para mostrar un aparente arrepentimiento, buscando convencerlo de que deben “darle otra oportunidad” a lo que, en realidad, era una relación tóxica.
En cada uno de estos escenarios, el patrón fundamental es el mismo: el presunto arrepentimiento o acercamiento cariñoso, de una persona narcisista, es solo una estrategia para reenganchar y restaurar el ciclo de manipulación. Reconocer estas señales puede ayudar a establecer límites sanos y proteger el bienestar emocional.
El arrepentimiento sin acciones que lo respalden es solo otra forma de prometer un cambio que jamás llega.
El término “hoovering” hace referencia a una táctica de manipulación emocional en la que una persona con rasgos marcados de narcisismo intenta “succionar” a su víctima de vuelta a la relación, generalmente después de haberla maltratado o de que esta haya decidido distanciarse. El origen de la palabra viene del inglés “to hoover”, que significa “aspirar”, y refleja la intención del manipulador de volver a envolver a la otra persona, atraerla y “absorberla” de nuevo dentro de su esfera de control.
Aunque el “hoovering” pueda disfrazarse de actos de arrepentimiento, preocupación o gestos amorosos, la motivación subyacente no es una reconciliación honesta o un cambio genuino de comportamiento. Por el contrario, se trata de recuperar la influencia perdida para perpetuar el círculo de abuso y dependencia. Estas conductas se ven con frecuencia en relaciones donde ha existido un patrón de maltrato psicológico, manipulación, gaslighting o conductas egocéntricas. Es común que, tras un período de silencio o distancia, el narcisista envíe mensajes ambiguos (“Recordé un día especial y quise saber de ti”), intente obtener lástima (“He estado muy mal sin ti, por favor escúchame”) o prometa transformaciones inmediatas (“He cambiado gracias a la terapia, ahora sí estoy listo para darte lo que mereces”).
Este proceso es particularmente dañino porque juega con las emociones y esperanzas de la víctima, quien podría creer que el otro ha recapacitado y que esta vez las cosas serán distintas. Sin embargo, al mínimo signo de acercamiento, vuelven a emerger los patrones de control y manipulación propios de una personalidad narcisista. Reconocer el hoovering es fundamental para establecer límites saludables y, sobre todo, para proteger el equilibrio emocional de quienes han sido víctimas de este tipo de dinámica. Es un recordatorio de que, a veces, la mejor forma de cuidarnos es manteniendo nuestra decisión de alejarnos y poniendo en primer lugar nuestro bienestar.
Cerrar la puerta al narcisista no es crueldad; es proteger la paz mental que tanto cuesta recuperar.
El narcisismo, entendido como rasgo de personalidad, se caracteriza por una necesidad excesiva de admiración, una visión inflada de la propia valía y una falta de empatía hacia los demás. En su versión más extrema, puede manifestarse como un Trastorno Narcisista de la Personalidad (TNP), “el cual se caracteriza por una sensación exagerada de autoimportancia, una actitud explosiva y una falta de empatía” (Sue, Wing & Sue, 2010, p. 216), pero también existen grados menos severos en los que, aun sin cumplir todos los criterios clínicos, se observan conductas manipuladoras y egocéntricas. Estas personas suelen buscar constantemente la validación externa y muestran dificultades para tolerar la crítica, reaccionando con ira o desprecio cuando sienten amenazada su imagen.
En la clasificación de los tipos de narcisistas se encuentran diferentes categorías, que identifican hasta 7 tipos, pero no existe un consenso universal, se destacan: el grandioso, el vulnerable, el maligno, el histriónico, el seductor, el antagonista, el mártir y el centrado en el cuerpo. Otra clasificación esta basada en el inventario de personalidad narcisista (NPI) elaborado por Raskin y Hall en 1979 y es clasificarlos de acuerdo al más alto puntaje que se alcanza en las áreas de este inventario: “superioridad, autoridad, vanidad, privilegio, autoeficiencia, explotación y exhibicionismo”. (Lewis, 2024, p. 27).
El hoovering pinta nostalgias de colores, pero omite las sombras de un pasado marcado por la manipulación.
Para salir del ciclo tóxico, antes hay que creer que merecemos un futuro sin mentiras ni chantajes emocionales.
El hoovering forma parte de un patrón recurrente en las relaciones con personas narcisistas que, a menudo, se describe como un “ciclo de abuso emocional”. Este ciclo consta de varias fases:
A lo largo de este ciclo, el narcisista mantiene el control a través de altibajos emocionales, asegurándose de que su pareja, amigo o familiar siga enganchado y dependiente. El hoovering constituye, por tanto, una de las tácticas más efectivas para prolongar y reactivar la dinámica abusiva, puesto que se aprovecha de la esperanza, la vulnerabilidad y la necesidad de afecto de la víctima para atraerla de nuevo a la relación.
Comprender cómo se integra el hoovering dentro de este ciclo resulta esencial para quienes desean reconocer los patrones de manipulación y protegerse de recaer en vínculos tóxicos. Si no se detecta a tiempo, la persona afectada puede retomar la relación con ilusiones de mejora que rara vez se cumplen, dado que el cambio real—en caso de ocurrir—implica un trabajo personal profundo que trasciende las simples promesas de arrepentimiento.