La frustración: Qué es, cómo nos afecta y cómo afrontarla

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La frustración: Qué es, cómo nos afecta y cómo afrontarla

Mucho se ha hablado sobre la gestión de las emociones humanas, pero para entenderlas realmente hay que acudir a la raíz. Empezando por qué es la frustración, siguiendo por qué la provoca y adentrándonos en los distintos tipos que hay y qué la provoca.

Qué es la frustración

La frustración es una respuesta de tipo emocional que tiene origen en un conflicto de carácter psicológico ante alguna circunstancia o evento no gestionado.

Esto nos lleva pues a que tal evento produce un impacto sobre nuestra persona y que, dependiendo de diversos factores, algunos complejos de controlar, influyen en la correcta gestión de dicho impacto. Es lógico pensar que no todos somos capaces de gestionar un tema emocional de igual forma, porque como se suele decir, cada persona es un mundo.

Qué provoca la frustración

¿Por qué nos frustramos? Para comenzar, comentar que el término frustración como tal y tomándolo de forma subjetiva, tiene carácter relativo. Esto es debido a que puede ser de diversas formas en las personas. A algunas les causa frustración una situación y en cambio a otras no. Puede ser entonces que, dependiendo de nuestra vulnerabilidad, nos conduzca hacia una distinta forma de afrontación o gestión.

No olvidemos, por otra parte, que vivimos en una sociedad rodeados de deseos y satisfacciones que no siempre pueden ser satisfechas, creando el nacimiento de la frustración y de ahí una mala gestión del conflicto.

Qué provoca la frustración

Hoy día, por ejemplo, en una sociedad de consumo en un país desarrollado puede venir derivada de no tener acceso a consumo tecnológico. Evidentemente, en otra cultura u otro país, esa frustración puede venir por conseguir alimentos. Pero sea como sea, la necesidad no satisfecha y mal gestionada provoca la frustración y, como vemos, de diferente forma o en diferentes circunstancias individuales o sociales.

Es evidente, por tanto, que cuando se produce una frustración reaccionamos, porque devolvemos una respuesta, como una acción refleja para protegernos haciendo muchas veces de forma involuntaria. Esto se conoce como mecanismo de defensa. Este mecanismo puede ser introyectado en nuestro entorno. Muchas veces, incluyendo al resto de personas a las que entre comillas contagiamos con nuestro malestar. Por ello, es importante tanto para nosotros como para vivir en sociedad, saber gestionar el conflicto en la aparición de la frustración.

Cómo combatir la frustración

A continuación algunos modestos consejos de carácter orientativo:

  • No buscar la perfección, ya que no existe.
  • Promover la autoestima saludable e intentar evitar presiones.
  • Ser personas positivas con nosotros y con el resto.
  • Reconocer nuestros errores para poder avanzar y afrontar mejor una circunstancia.
  • Tener planes extra en la vida.
  • No pensar que todo nos tiene porque salir bien la primera vez.

 

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Tipos de frustración

Aunque no lo parezca, existen diversos tipos de frustración. Esto es así porque puede aparecer por diferentes motivos o en diferentes formas. A continuación, vamos a verlas de forma más definida y concreta.

La frustración de aproximación

Como su propio nombre nos indica, la persona en esta situación se encuentra inmersa en una indecisión ante algún evento o circunstancia que provoca resultados, siendo estos tanto negativos como positivos.

La frustración por evitación

Si evitamos algo está claro que estamos huyendo y, en este caso, la persona huye, pero de dos aspectos negativos, y lo hace evitando las dos circunstancias que tienen lugar.

La frustración de compatibilidad

Se da en aspectos positivos, normalmente entre dos de ellos. Es decir, la persona obtiene la posibilidad de alcanzar dos objetivos, pero que no son compatibles entre sí.

La frustración muro

En este caso tenemos delante una barrera o muro que nos impide avanzar. Por tanto, dicho obstáculo no permite a la persona avanzar.

Tipos de frustración

Consecuencias de una frustración mal gestionada

Está claro entonces que si hablamos de conflicto, gestión y emoción debemos, hablar de cómo puede afectarnos:

  • Ansiedad. Cuando nos genera ansiedad, actuaremos con impaciencia y conductas repetitivas / nerviosas. El gran ejemplo, sin duda, el mordernos las uñas continuamente.
  • Proyección. Una frustración puede ser proyectada hacia nuestro entorno de forma inadecuada (con ira o agresividad, por ejemplo). No olvidemos que muchas veces este tipo de conducta será inadmisible en la sociedad. En definitiva, son impulsos descontrolados que debemos tener en cuenta.
  • Evasión. Se trata de una sensación de fracaso y, por tanto, provoca el abandono del objetivo marcado.
  • Imitación. Muchas veces queremos imitar al resto de personas para conseguir lo mismo que ellos. Pero, en exceso, a la larga nos perjudicará porque perderemos nuestro modo de identidad. Por tanto, es mejor ser uno mismo.
  • Presión. Nos referimos a la sensación de presión ante ciertos eventos que nos quedan grande. Dicha presión es notable en la gestión por su forma de afrontamiento, especialmente en el mal resultado de su gestión.
  • Sustitución. Cuando no somos capaces de realizar una actividad y la cambiamos por otra. Esto no siempre es positivo, porque lo hacemos porque no somos capaces de conseguir la primera actividad, no porque realmente queramos hacer otra actividad.
  • Agresión. Puede pasarnos que llevemos a cabo conductas agresivas y, de hecho, esto puede ser muy notable en personas con alta frustración.

Viendo todos estos factores, comentar que si notas que algo te está afectando de manera importante, es recomendable acudir a un profesional para que pueda tratarte. No olvidemos que aunque parezca algo simple, una frustración mal gestionada puede desembocar en problemas psicológicos graves o de mayor calibre de lo que en principio pensamos.

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